Ramsés II, tercer faraón de la XIX dinastía egipcia, nieto de Ramsés I e hijo de Seti I; se cree que Ramsés II no había sido el primogénito del faraón, sino que tenía un hermano mayor cuyo nombre no ha perdurado. Pero su padre quiso asegurar la sucesión en vida designándolo heredero, y vinculado al poder en calidad de co-regente. Al joven príncipe le fue otorgado entonces el palacio real y un importante harén.
Ramses II gobernó durante casi siete décadas, desde el año 1279 a. C. hasta 1213 a. C., y a lo largo de su reinado, sus victorias frente a los hititas del norte y los nubios del sur, le permitieron fijar las fronteras de Egipto, abrir la sociedad egipcia al exterior y asimilar nuevas costumbres extranjeras.
Comenzó su reinado con el traslado de la capital, desde Tebas hasta Tanis, en el delta, a fin de situar la residencia real cerca del punto de mayor peligro para el imperio, la frontera con Asia. Sus primeras campañas militares se dirigieron a recobrar las fértiles tierras de ‘’entre ríos’’, en los valles de los ríos Tigris y Éufrates, y ya en el cuarto año de su reinado comenzaron las incursiones por Asia.
Una de sus primeras campañas tuvo como objeto someter Palestina, a fin de obtener una base de operaciones que le permitiera invadir Siria. Al año siguiente, los hititas allí instalados le dejaron avanzar hasta el río Orontes, a los pies de las murallas de Kadesh, donde fue cercado por el ejército enemigo. Creyendo haber ganado la batalla, los hititas intentaron el asalto al fortín del faraón, para repartirlo. En medio de la confusión, Ramsés cargó contra ellos y transformó la derrota en una relativa victoria. Su hazaña en Kadesh se cantó en una de las muestras más brillantes de la poesía épica egipcia: el Poema de Kadesh, profusamente grabado en los templos.
Durante su gobierno, el comercio prosperó de tal modo que hasta el país de los faraones llegó numerosa gente, procedente de Asia y de las islas Egeo. Gracias a la prosperidad económica reinante, se desarrolló el terreno de las ciencias, de la literatura y de la construcción.
La actividad constructiva fue muy importante; durante su reinado, Ramsés ordenó construir templos enormes, como la ampliación del templo de Amón de Tebas y la construcción de los templos de Nubia, entre los que destacan los de Abu Simbel, así como la creación del templo funerario del Ramesseum, en el Valle de los Reyes, destinado a ser su propia tumba. Su obra más importante fue la edificación de una nueva capital en el norte, cuyo nombre oficial fue Pi-Ramsés Aa-najtu (La ciudad de Ramsés), construida sobre la que anteriormente había sido la ciudad de los hicsos, Avaris.
Aunque no fue el primer rey en hacerse adorar como un dios, fue el primero en dedicarse templos y estatuas; es uno de los pocos faraones que realmente creían que habían sido engendrados, directamente por el todopoderoso Amón-Ra.
Otro aspecto por el que destacó Ramsés fue por su propia familia. Los textos de la época narran que tuvo hasta ocho esposas principales, entre las que se contaban dos de sus hijas y una de sus hermanas, además de un numeroso harén. Sin embargo, su favorita siempre fue su primera esposa, Nefertari, de quien se desconoce su linaje, aunque los expertos piensan que pudo estar emparentada con la anterior dinastía, a través del rey Ay. Otras reinas fueron Isinofre, que le dio cuatro hijos –entre ellos Merenpta, el sucesor–, y las princesas hititas Merytamun y Matnefrure.
Nefertari, por su parte, no fue sólo la esposa y madre de los hijos del rey, sino que desempeñó un papel muy activo en las conversaciones con los hititas. Ramsés le dedicó diferentes monumentos, como el segundo templo de Abu Simbel, con la efigie de la diosa Hathor, en el que la figura de la reina tiene el mismo tamaño que la del rey, algo inusual en Egipto. Es muy posible que Nefertari no llegase a ver el templo acabado, ya que murió en el año 26 del reinado de Ramsés II, antes de su inauguración.
En cuanto a su descendencia, se conocen al menos 152 hijos de Ramsés II. De ellos, los más importantes fueron su primogénito Amenhirjopshef y su hija Meritamón (nacidos de su unión con Nefertari), además de Ramsés, Bintanat, Jaemuaset y Merenptah (nacidos de su unión con Isis-Nefert).