Queremos una Tierra limpia, pero necesitamos también un espacio limpio. Los desechos de cohetes y satélites flotantes son un problema global, que puede crear el denominado “Síndrome de Kessler». Así lo plantea el astrofísico de la NASA Donald J. Kessler en su hipótesis.
Muchas propuestas, una dura realidad, varias alternativas son las que presentan personas preocupadas por el qué hacer con la basura espacial, así es, por increíble que parezca, miles de objetos andan volando en nuestra órbita, y el artista holandés Daan Roosegaarde ha abierto un Laboratorio de Basura Espacial para buscar, con apoyo de la Agencia Espacial Europea (ESA) y asesoría de la NASA, la forma de convertirla en productos sostenibles. Presentará sus conclusiones el 19 de enero de 2019, en un simposio.
Franco Ongaro, director de Tecnología e Ingeniería de ESA/ESTEC, el Centro Europeo de Investigación y Tecnología Espacial, hizo una comparación. “Es como si el mar estuviera lleno de barcos que nunca regresan a puerto”.
Otro visionario que ha conseguido hacer realidad sus planes es Boyan Slat, el emprendedor holandés empeñado en limpiar la Sopa de Plástico, el basurero flotante del Pacífico Norte.
Pero si nos pusiéramos a pensar un poco, no sólo los espacios y lugares donde vivimos los hemos abarrotado de cosas innecesarias, y no sólo hemos conseguido llegar a lo imposible, a lo inalcanzable, sino que también la estratósfera es un lugar que no se ha librado de nosotros, protagonistas de nuestra propia novela, cruda realidad que debemos afrontar antes de que sea más tarde.
Fuente: Y ahora, ¿qué hacemos?