Las Colinas de Chocolate son unas formaciones color marrón en Filipinas, denominadas así porque su cobertura de hierba verde adquiere un color marrón al secarse en la temporada de diciembre a mayo; se compone de unas 1,260 colinas, distribuidas en 50 kilómetros cuadrados.
Los cientos de montículos, casi simétricos, cónicos y en forma de domo, se elevan desde la superficie de la llanura. Algunos científicos afirman que, cuando el mar cubría la isla, se formaron por la acumulación de restos de coral y que adquirieron esta forma por la erosión, aunque existen otras teorías. Los filipinos también hablan de leyendas de gigantes, que peleando se lanzaron enormes bolas de arena; o que son lágrimas de otro gigante, llorando por perder a su amada.
Estas colinas no solo crean una vista espectacular, sino que representan una rareza geológica. El único conjunto de montículos similares conocido está en la isla de Java, Indonesia, pero tienen un aspecto menos regular que los de Bohol.
Las Filipinas nombraron a la zona “Monumento Geológico Nacional” en 1988, pero dada su peculiaridad, desde 2006 han sido propuestas como Patrimonio de la UNESCO, aunque, hasta la fecha, no han sido incluidas en la lista. Actualmente dos de las colinas de chocolate son resorts, y en una hay una estación con unas vistas de postal, que forma parte del Complejo Chocolate Hills, que acoge también un hostal, una piscina y un restaurante. Para subir a uno de estos cúmulos marrones, se han dispuesto 214 escalones.