Este mes de septiembre hemos sido testigo de diversos fenómenos naturales que han impactado a nuestro país, sin embargo, debemos destacar un par de ellos: los dos temblores que sacudieron diversos estados de la República, que dejaron cientos de muertos y miles de edificios dañados.
El temblor del pasado 19 de septiembre, fue el de mayor impacto en la Ciudad de México, Morelos, Puebla y Oaxaca, y resulta difícil de caracterizar, debido a que su epicentro y condiciones fueron muy distintos a los que suelen ocurrir.
El sismo de magnitud 7.1 tuvo su epicentro en la placa tectónica de Cocos, la cual se encuentra debajo de la placa de Norteamérica, que cubre toda esta zona del continente. Se ha considerado un fenómeno inusual, en comparación con los otros sismos, que ocurren con mayor frecuencia en la costa del Pacífico de México.
El investigador de la UNAM, campus Juriquilla, Francisco Ramón Zúñiga, asegura que han pasado anteriormente; uno en octubre de 1980 y otro en 1999, pero que ninguno de los dos dejó tantas afectaciones como el de este año.
Bien sabemos que los sismos no son predecibles, pero siempre se puede tener una idea de la probabilidad de ocurrencia en ciertas zonas. La ciencia trabaja mucho en investigar cómo van cambiando esas posibilidades, a través de la Red Sismológica Nacional, y las estaciones de operación que monitorean la sismicidad en todo el país.