El billar no es solo cuestión de suerte o destino, también hay mucha ciencia y física detrás de ello, y aunque no lo parezca, es mucho más complejo de lo que parece; es por eso que en esta nota hablaremos de la ciencia del billar.
Historia
Empecemos por sus orígenes; el billar se remonta al siglo XIII y su gran impulsor, tal y como lo conocemos actualmente, fue el rey francés Luis XIV, quien dedicó un cuarto exclusivo para jugarlo, en su extravagante palacio de Versalles. Las mesas eran de mármol, recubiertas con finos paños de colores y las bolas de marfil.
A pesar de que en un principio era muy exclusivo, se empezó a popularizar, tanto así que, desde 1825, existieron los campeonatos mundiales con sede en Inglaterra. Se extendió por todo el mundo y es por eso, que en cada ciudad que visitemos, siempre existirá una sala de billar.
Deporte de ciencia
A pesar de que es muy popular, muy pocas personas son las que realmente conocen la verdadera “magia” detrás del billar. Los expertos y los jugadores ocasionales, saben que es fundamental calcular la trayectoria que harán las bolas en su recorrido, lo que se logra dependiendo de la fuerza del impacto con que se lance el taco, del sitio en que éste golpea la bola, y de la posición del jugador.
Los más avanzados billaristas, tienen su propio taco, guantes y caja de tiza, e incluso pueden practicar por más de tres horas diarias. Otros, montan un show donde puedan, no solo jugar en una mesa, sino en varias, e incluso pueden jugar con diversos objetos, además de las bolas; un verdadero placer a los que tiene la oportunidad de verlos.
Esto puede sonar muy complejo, y hasta aburrido si se habla en un sala de billar, pero realmente se puede dar de manera innata, y es por eso, que muchos jóvenes, que no son precisamente los mejores en clase de física, lo aplican a la perfección.
Y tú, ¿sabes jugar billar?