Dar o recibir un beso, genera explosiones químicas en el cuerpo y reacciones que no vemos, pero suceden. Gordon Gallup, psicólogo evolutivo llegó a la siguiente conclusión:
“Cuando dos personas se besan, se produce un intercambio de información química –mediante el olor y el gusto–, táctil y postural.”
Con un beso se activan una treintena de músculos faciales y en lo que dura, se transfieren nueve miligramos de agua, 0.45 de sales minerales, millones de microorganismos, y se queman 15 calorías, en un plazo de tres minutos.
Helen Fisher, profesora de antropología, dice que la saliva masculina tiene testosterona y los hombres prefieren los besos húmedos porque “inconscientemente intentan transferir testosterona para provocar el apetito sexual en las mujeres”, según la experta. Además, este tipo de besos podría ayudarles a «medir los niveles de estrógenos femeninos de su pareja, para hacerse una idea de su grado de fertilidad». En cuanto a las mujeres, el beso les sirve para detectar el estado del sistema inmune de su posible pareja y saber «cuánto se cuida».
El 90% de las culturas humanas conocidas, se besan con fines románticos y sexuales. El 10% restante no se besa nunca; según la Universidad de Bochum, en Alemania, usan otras técnicas parecidas: se tocan la cara, se lanzan lametazos, o se restriegan las mejillas y las narices. Aunque no hay una técnica concreta para dar un beso perfecto, todo comienza con el acercamiento corporal hasta que los labios se tocan, se entrebabean y las lenguas se rozan. El beso es placer; no en vano, la boca es, de entre todos los órganos erógenos del cuerpo, el que está situado más cerca del cerebro, el centro donde se producen las emociones. Al besarse, las terminaciones nerviosas que se activan, implican un área cerebral, incluso más amplia que la relacionada con los genitales.
Las personas dedican el equivalente a dos semanas de su vida, a los besos. Pero, para algunos expertos, en las relaciones actuales, este gesto ha perdido importancia de la mano de un menor romanticismo y de que, muchas parejas, como las adolescentes, no dedican el tiempo que se tomaban antes los enamorados para los cortejos previos; los besos, caricias y juegos eróticos, que solían ser pasos previos a una relación sexual.