Considerados los astros más luminosos del universo, los cuásares nacen de la colisión de dos galaxias, como han confirmado las últimas imágenes enviadas por el telescopio espacial Hubble. Alimentado por la energía que se desprende del violento encontronazo y del material galáctico circundante, el cuásar crece en el centro de la nueva galaxia, hasta convertirse en un objeto celeste brillante.
Los cuásares se encuentran a miles de millones de años luz de la tierra, sus núcleos radian tanta energía por segundo, como lo hacen miles de galaxias juntas en una región, cuyo diámetro es comparable al tamaño del sistema solar.
Las enormes cantidades de energía que generan los cuásares, se cree que es debido a la presencia de un agujero negro central en los mismos. Debido al gran brillo producido por los núcleos de los cuásares es posible observarlos desde la tierra, aún cuando se encuentren tan alejados de nosotros. La luz que irradia un cuásar tarde miles de millones de años en llegar a la tierra, por lo cual lo que estamos observando, es justamente la emisión en el pasado de este objeto.
Son una inmensa fuente de energía electromagnética de todo tipo: radiofrecuencia, infrarroja, radiación ultravioleta, rayos X, rayos gamma y, especialmente, luz visible.
Debido a esto, el estudio de los cuásares es importante porque nos proporciona información a cerca de las épocas tempranas del universo, aún cuando ya no son considerados los objetos más lejanos del universo, el estudio de la actividad nuclear generada por los cuásares es importante, porque nos está informando, tal vez sobre una fase en la evolución de las galaxias, la cual se estima tiene una duración de decenas de millones de años.