La ciencia afirma que dejar el cigarro no sólo es cuestión de voluntad, sino que tiene que ver con rasgos psicológicos mucho más profundos. Un estudio realizado por la University of East Anglia, en el Reino Unido, ha descubierto otra de las causas por las que es tan fácil que los ex fumadores recaigan.
Se realizaron entrevistas a cientos de personas que habían dejado el cigarro, aunque todas ellas habían tenido recaídas ocasionales. Y los resultados revelaron que muchas de esas recaídas, se debían a un intento de recuperar una parte perdida de su identidad como personas, es decir, para quienes comienzan a fumar a una edad muy temprana, el fumar es parte de su personalidad. Por eso, cuando dejan de fumar, se desprenden de dicha parte de su identidad personal y social, para construir otra nueva que ocupe este lugar.
Esta investigación muestra que, aparte del esfuerzo y los medios necesarios para superar la adicción física que provoca el tabaco, también son necesarias las terapias de apoyo, que ayuden a superar la adicción psicológica, y a llenar las carencias emocionales y sociales que se producen al dejar el tabaco.
Algunas de las acciones que se pueden empezar a realizar son:
- Ser consciente de las sensaciones previas a la necesidad de fumar, así como de los pensamientos que se tienen y la actitud corporal.
- Una vez tomada la decisión de abandonar el hábito, procura ser consciente de los motivos y de los pensamientos que se tienen en esa situación.
- Para romper con la asociación, entre momentos en los que se solía fumar de forma automática, es muy útil identificarlos y salir de la situación de forma temporal, si no es suficiente con centrarse en lo que se está haciendo, devolviendo la atención al presente.
- Además de lo expuesto, será importante “llenar” esos momentos con otra actividad que sea incompatible con la ansiedad, como la relajación, practicar mindfulness (poniendo atención a la respiración, por ejemplo) o empezar a practicar algún deporte.