Un grupo de investigadores del Instituto de Biología Molecular de Mainz, en Alemania, encontró el grupo de genes que serían los responsables del envejecimiento, ellos descubrieron que mediante un proceso llamado de autofagia se promueve la salud y aptitud en gusanos jóvenes, pero impulsan el proceso de envejecimiento en etapas posteriores.
El grupo de investigadores con base en la teoría de la selección natural de Charles Darwin: «los individuos más aptos sobreviven a los menos aptos y se reproducen mejor», investigaron los genes vinculados a uno de los procesos fundamentales en el envejecimiento: la autofagia.
Con los resultados demostraron que, al promover la longevidad a través del cierre de la autofagia, se producía una mejora en la salud de todo el cuerpo neuronal y móvil en los gusanos más viejos.
Los investigadores identificaron dentro del 0.05% del genoma de gusanos, y distinguieron cuáles intervienen en el proceso de autofagia, y descubrieron que eran los encargados de los procesos de envejecimiento en los gusanos viejos. Mediante manipulación genética, los investigadores desactivaron los genes y se les alargó la vida un 50%.
Se llegó a estos resultados considerando que en 1953, George C. Williams proporcionó una hipótesis que planteaba lo siguiente: “el envejecimiento podría aparecer en una población de forma evolutiva, si ciertos genes promueven el éxito reproductor en la juventud, pero luego tienen efectos negativos respecto al envejecimiento (pleiotropía antagónica); esto es, mientras los efectos negativos de las mutaciones que promueven el envejecimiento, se den después de la etapa reproductora, la evolución corre un tupido velo ante estas consecuencias sobre la longevidad”. En resumen, si una mutación genética da como resultado más descendencia, pero acorta la vida, está bien.
Si bien estamos lejos de que esto pueda ser trasladado a humanos, una investigación de este tipo podría ser muy importante para enfermedades como el alzhéimer, el párkinson y la enfermedad de Huntington.