Salvan millones de vidas y previenen muchas secuelas por enfermedades mortales, esas son las vacunas que se usan en medicina, desde hacer más de un siglo.
Las vacunas pueden protegernos de enfermedades por años. Antes de que existieran las vacunas las personas eran hospitalizadas o morían por algunas enfermedades, que hoy en día están controladas e incluso erradicadas.
En 1976, el científico inglés Edward Jenner fue el primero en desarrollar una vacuna para luchar contra la viruela, y gracias a sus experimentos y a sus progresos, las vacunas se siguen desarrollando y perfeccionando en la actualidad.
Y es que las vacunas son uno de los mayores éxitos de la medicina; están compuestas por gérmenes o por las toxinas producidas por ellos, que son manipuladas en laboratorios para que no puedan ocasionar la enfermedad que transmiten, pero que a su vez mantengan su capacidad para generar una respuesta controlada por nuestro sistema inmunológico.
Al ponernos una vacuna, exponemos a nuestro cuerpo a una cantidad muy pequeña y muy segura de virus o bacterias que han sido debilitadas. Con esto el organismo produce anticuerpos que lo protegen de la misma manera que si hubiéramos padecido la enfermedad, aunque dependiendo mucho de la vacuna y de la edad a que se aplique, pueden ser necesarias varias dosis para conseguirlo.
De algún modo, la vacuna engaña al cuerpo para que crea que está siendo atacado, y así hacer que el sistema inmunológico cree armas que ayudarán a defendernos cuando se produzca una infección real.