Atreverse, ¿ayuda a sanar?

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Hay personas que ante el simple hecho de sentirse desesperadas por una enfermedad grave, depositan su fe en cualquier remedio que les prometa cura, juventud o belleza.

Un remedio dudoso y que la ciencia no aprueba es la orinoterapia, esa agüita amarilla que sale de nosotros y a la que se le atribuyen muchísimas virtudes, aunque para otros no significa nada más que un desperdicio del cuerpo.

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Quienes piensan que sí es una cura llegan al extremo de consumirla vía intravenosa, como en el caso de la boliviana Gabriela Ascarrunz a la que terminó por matarla.

O como lo hacen en el pueblo indígena, que habita en el sur de Chile, los mapuches que tienen la creencia de que por medio de un ritual un ser supremo les dice qué remedio usar.

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Un sapo para la erisipela, una infección en la piel causada por la bacteria estreptococo que produce enrojecimiento y dolor; para su tratamiento se pasa la barriga de un sapo sobre la zona afectada, para después amarrarlo a un árbol hasta que seque al mismo tiempo que va secando la enfermedad.

La cura de anca de paloma. El médico alemán Karl Friedrich Canstatt, especialista en enfermedades infantiles del siglo XIX, sostenía una anca de paloma contra el ano de un niño durante las convulsiones epilépticas, y si el animal moría pronto y el ataque cesaba, el niño se curaba rápidamente.

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La ciencia ha tenido que estudiar, investigar y comprobar una larga lista de productos o técnicas en los que se tenga constancia de ser un peligro directo para la salud, por lo que cualquier remedio al que acudamos no siempre será la verdad absoluta.

Fuente: Orinoterapia, Remedios absurdos

@10DedosDeFrente

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