Observar detenidamente a un árbol erguido mirando al cielo, sostenido de la base, arraigado al suelo, parado sin hablar, casa de pájaros e insectos, la sombra de alguien o un buen sillón para dormir la siesta; todo ser vivo, todo lo que respire, plantas, animales, personas, pertenece a la madre naturaleza y un árbol por supuesto que está incluido.
Un árbol está estrechamente conectado a la tierra, si lo mueves sólo se tambalea, no se cae, cuando le falta agua o está triste sus hojas simplemente se agachan. ¿Cómo reaccionas tú en esas condiciones?, ¿tu cabeza mira hacia abajo cuando no tienes deseos de nada?
Nosotros nos comportamos igual que un árbol; imagina cuando alguien te abraza, ¡qué rico!, sientes bonito, te sientes reconfortado, entonces ahora te pregunto: ¿imaginas qué sentirá un árbol cuando tú lo abrazas? Es increíble pensar en algo así, ¿no crees?.
El biólogo David George Haskell examinó durante un año un metro cuadrado de bosque de Sewanee, Tennessee, donde enseña Biología y Estudios Ambientales.
La experiencia lo motivó a escribir dos libros en relación a la conexión de los humanos con los árboles, “En un metro de bosque” y «Las canciones de los árboles”.
Describe a las plantas y árboles como individuos con conexiones biológicas muy particulares, en donde ellos tienen su propio idioma para comunicarse entre sí y forman comunidades con otros árboles y especies.
Conforme va pasando el tiempo nos alejamos más a la idea de que la naturaleza habla, ¿por qué necesitamos pruebas científicas que nos hagan entender todo aquello que por instinto todos los seres vivos de la Tierra poseemos?
La naturaleza sólo por el hecho de ser, nos invita a escuchar, sentir y reflexionar sobre todo lo que nos rodea, “creer o no creer” es quizá sólo un juicio.
Arraiguémonos a la Tierra como los árboles, sus raíces, cimientos fuertes y venas que alimentan nuestro ser, vivamos la experiencia, es probable que nos digan algo que nadie más se ha atrevido.
Fuente: Abrazar a un árbol
10 Dedos de Frente 