No es un misterio que entre mejor alimentados estemos, mejor rendimiento tendremos tanto como fisiológica como psicológicamente.
En la época antigua era justo esto lo que mantenía a los neandertales mejor preparados para las adversidades, una ingesta rica en carbohidratos.
Se cree que comieron tantas raíces, nueces y otros alimentos con almidón que alteraron drásticamente el tipo de bacteria en sus bocas. Al analizarlas, han encontrado que hubo un momento clave en la alimentación de los neandertales hace 600 mil años, lo que les permitió un mayor aprovechamiento nutricional de los alimentos.
Por tanto, podríamos concluir que el cambio de dieta coincide con el aumento del volumen de sus cerebros.

Los cerebros de nuestros antepasados duplicaron su tamaño entre 2 millones y 700 mil años atrás. Fue entonces cuando empezaron a fabricar mejores herramientas de piedra y desarrollaron la caza cooperativa: a medida que los primeros humanos mejoraron en la caza y el procesamiento de carne, consumieron una dieta de mayor calidad, lo que les dio energía más rápidamente para impulsar el crecimiento de sus cerebros más hambrientos.
Pero la carne no es una buena fuente de glucosa, imprescindible para que el cerebro trabaje con eficacia, aquí es donde interviene la ingesta de plantas que proporcionó al hombre su ingesta de glucosa gracias al almidón.

Gracias a este estudio podemos inferir que gracias a una dieta balanceada y a la continua ingesta de calorías nuestro cerebro evoluciona y se nutre correctamente, muchos nutriólogos han implementado este tipo de conocimiento en la forma en la que hacen sus planes alimenticios para sus pacientes; la dieta paleolítica ha tenido un fuerte impacto por su alta ingesta calórica, pero la gran cantidad de energía que aporta.
¿Será que el hombre del neandertal estaba más avanzado de lo que creíamos?, ¿qué más podremos aprender de los vestigios de nuestra historia?
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