Una de las centrales nucleares abandonadas en Chernóbil comenzó a calentarse y los científicos temen un nuevo desastre. A 35 años del peor accidente nuclear de la historia registrada, los encargados de monitorear la zona del desastre han encontrado noticas impactantes.
A finales de abril de 1986, en las inmediaciones de la planta nuclear de Chernóbil, Ucrania, ocurrió la más grande explosión de material radioactivo que se ha visto. La unidad 4 del complejo sufrió un colapso, liberando miles de partículas radiactivas al aire del continente europeo.
La explosión también provocó que pasillos, almacenes y habitaciones de toda la planta nuclear se llenaran de material fisionable, Algunas zonas quedaron selladas por el hormigón, la arena, el acero y el resto de escombros que conformaban las instalaciones, lo que provocó la existencia de cámaras llenas de material e inaccesibles hasta el día de hoy.
Los científicos encargados de monitorear la zona de la antigua central nuclear han mostrado preocupación, pues en donde hoy se encuentran escombros de la planta nuclear, las cifras de neutrones fisionables (las partículas de material radioactivo) han aumentado considerablemente en los últimos 5 años.
Las investigaciones creen que el aumento de neutrinos fisionables proviene de un almacén que quedó sellado después de la explosión. Neil Hyatt, profesor de química de materiales nucleares en la Universidad de Sheffield, explicó que hay aproximadamente 170 toneladas de uranio endurecido en todo el sótano de la planta, y en este almacén contiene el mayor volumen de este material. Lo complicado es que esta zona resulta inaccesible para el hombre y la tecnología. «Es un recordatorio para nosotros de que no es un problema resuelto, es un problema estabilizado».

Los investigadores encargados de la zona han teorizado que el aumento en los niveles de radiación se dio una vez se colocó una estructura sobre los restos de la planta de Chernóbil. En 2016, la unión europea colocó una estructura sobre los restos del reactor de Chernóbil al que llamaron sarcófago. Esto lo hicieron con la intención de encerrar la poca radiación que aun expulsaban las ruinas al aire de continente.
Lo que ocurrió es que quizá en los interiores de la planta está ocurriendo una sequía, pues el agua de lluvia ya no se filtra por los recovecos que dejaron los escombros. Es importante aclarar que el agua funge como limitante natural de la radiación, pues ralentiza a los neutrones de uranio cuando se desintegran radiactivamente.
«Estamos hablando de tasas de fisión muy bajas, por lo que no es como un reactor nuclear burbujeante… significa que podemos estar bastante seguros de que no obtendrá una liberación de energía nuclear tan rápida como para provocar una explosión», explica Hyatt.
A pesar del mensaje positivo de los especialistas, también hacen un hincapié a no confiarse, pues no saben si los niveles de radiación bajarán por si solos. Por lo que se debería estar preparados para una posible intervención en caso de ser necesario, ya que dentro del sarcófago se está acumulando la sequía aumentando la radiación en un espacio cerrado.
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