Gusanos viajarán a las estrellas

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Algunos gusanos microscópicos podrían ser enviados al espacio, todo con tal de observar cómo se desarrolla la vida allá afuera.

En esta ocasión, los científicos contemplan el lanzamiento de diminutas formas de vida al espacio interestelar: los gusanos microscópicos C. Elegans podrían enviarse fuera del Sistema Solar en pequeñas naves espaciales que alcanzarían una velocidad cercana a la de la luz.

Investigadores de la Universidad de California en Santa Bárbara, en Estados Unidos, han postulado en un nuevo estudio que los mejores astronautas para los primeros viajes interestelares no serían humanos: los especialistas creen que la alternativa más interesante sería enviar miles de gusanos en naves espaciales en forma de oblea. Las naves serían impulsadas a increíbles velocidades y podrían llegar a Próxima Centaurien aproximadamente 20 años, enviando a la Tierra una valiosa información a través de comunicación fotónica.

En principio, en dos nuevos estudios publicados en arXiv y en Acta Astronáutica desarrollaron un enfoque de propulsión que elimina la opción de los combustibles en las naves espaciales, entendiendo que nunca podrán lograr que las misiones alcancen las velocidades necesarias para trasladarse fuera del Sistema Solar.

En cambio, proponen emplear la luz para propulsar pequeñas sondas, con instrumentación a bordo para detectar, recopilar y transmitir datos de regreso a la Tierra. Lograrían alcanzar velocidades de hasta un 30% de la velocidad de la luz, utilizando como propulsor una matriz de láser estacionada en la Tierra, o posiblemente en la Luna. De esta manera, la fuente propulsora sería externa a la nave y permanecería en nuestro planeta o en nuestro satélite natural.

Las naves espaciales, que saldrían “disparadas” a velocidades relativistas, se verían como una “oblea” semiconductora, disponiendo de un borde para protegerse de la radiación y el bombardeo de polvo espacial, a medida que atraviesen el medio interestelar. Viajarían a aproximadamente 160 millones de kilómetros por hora, llegando al siguiente sistema estelar, Próxima Centauri, en dos décadas.

De esta forma, miles de estos gusanos podrían colocarse en las naves espaciales en forma de oblea, viajando en ese estado “suspendido” hasta alcanzar el destino deseado. Luego, podrían ser “despertados” y monitoreados con precisión para detectar cualquier efecto de los viajes interestelares en su biología, transmitiendo a la Tierra las observaciones por comunicación fotónica.

La información enviada a través de la luz sería vital para ir mejorando progresivamente las condiciones hasta que, en algún momento, los viajes interestelares puedan ser protagonizados por seres humanos.

Fuentes:

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